Asi llegué al Club – Oswaldo Gutierrez

Por allá en 2017 me animé a perseguir a un grupo de locos en bicicletas que pasaban por el barrio disfrazados y con música decembrina.

Por allá en Envigado ví a las damas del Club hermosas con sus atuendos de época y ví a don Jairo, la Fiera, vestido de camisa blanca, tirantas y sombrero negro, parecía un personaje de película. Me fui arrimando y esas amables chicas me dieron la bienvenida, aunque yo tenía una cicla plegable y luego una eléctrica para mi transporte al trabajo y me gozaban por eso los señores del Club. Meses después con Wilton conseguí una hermosa ciclobeta azul.

Luego animado por estas personas llenas de pasión del CBAS me picó lo de la restauración y compré en una chatarrería un marco que mandé a pintar y cromar recuperando una Monareta Riviera roja que un tiempo después vendí a una amiga del Club.

De la casa de mi familia me traje una bicicleta tipo cross que de verdad tiene 30 años de uso. La disfruté mucho en varios eventos y ahora estoy mejorando una Arbar pantera rin 20 niquelada que adquirí con un compañero del Club, Jorge Chavo.

Estar en este club es sinceramente una grata experiencia que me devuelve a la niñez. Los socios son gratas personas, maravillosos amigos para disfrutar el mundo de las bicicletas antiguas que de por sí generan lindos recuerdos en todos.

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